Negocio Mundial Z

Brad entró, dio cuatro zancadas y se lanzó sobre el sofá. Mark, que había observado toda la escena desde su silla, arqueó una ceja.

—Hola, Brad. Intuyo que tienes otro proyecto en mente—, le dijo.

Brad se limitó a sonreír. En un instante se levantó, se acercó a Mark y apoyó los puños sobre la mesa de teca.

—Tío, tío, tío. Esa novela de zombies. Esa novela me ha flipado. Es… guau —, dijo Brad agitando su mano abierta.

—¿Qué novela?—, preguntó Mark, para nada impresionado.

—Engendro Brutal Z.

—Querrás decir “Guerra mundial Z”. La de Max Brooks.

Brad levantó los puños y se quedó de pie, desorientado. Pestañeó.

—Sí, esa. Bueno, qué más da.

Mark se hundió en la silla de piel y gruñó mirando al whisky.

—Nah. Imposible. Ese libro no se puede llevar al cine. Ni de coña.

—¿Por qué?—, preguntó Brad llevándose las manos a las caderas.

—¿Estás de broma? Es un puto compendio de testimonios. ¿Quieres que llamemos a Michael Moore?

Brad se quedó unos minutos en silencio, con su clásica mirada poseída. Al fin sonrió y se hizo la luz.

—Yo… tengo un plan, tío. Tengo un plan—, contestó enfático.

—Venga, empieza. Soy todo oídos.

—Un héroe. Necesitamos a un héroe, ¿vale?

—Ajá. Y ese héroe…

—…seré yo, sí. Y ese héroe tiene familia, ¿vale? Debe tener familia.

—Pero joder, Brad, son zombies. Hay decapitaciones. Hay sangre. Vísceras. Es un jodido R-rated.

Brad fulminó a Mark con su mejor mirada de lunático, cubierta por un mechón de pelo rubio.

—No no no y no. Nada de sangre. Nada de sangre. Debe ser para todas las familias, ¿entiendes? Casi Disney, tío, casi Disney—, repitió mientras chasqueaba los dedos a ritmo.

Mark se había quedado boquiabierto. El cabrón de Brad sabía cómo persuadir.

—V-vale…. Lo veo… Zombies para todos los públicos. Pero… ¿y el libro?

—¡Que le den al puto libro!— gritó Brad levantando los brazos.

—Los fans se van a enfadar, Brad. Y mucho.

—Puede ser. Pero irán a ver la película para confirmar que la hemos cambiado. Y les daremos retazos reconocibles. ¿Entiendes?

—Creo que sí… Trocitos para abrir el apetito…

—Los frikis van a ser nuestras zorras, tío. Van a venir al cine como las abuelas. Y mientras tanto, ca-ching, tío. Yipikaiey.

—Sí… er… Lo que tú digas, Brad. Hagámoslo—, concluyó Mark suspirando.