Desprenderse

Estar cansados de la propia carne, de las burdas limitaciones del cuerpo. Yo odio el cuerpo, su lentitud, su hambre, su necesidad de calor. Me siento un títere de la neurotransmisión, atrapado en una vaina predecible, en busca de estímulos que me permitan seguir sonriendo.

Es este cuerpo, en plena guerra civil, el que intenta matarme en su tiempo libre. Y entonces me debato, pataleo, camino con furia hasta que el dolor muerde mis tobillos y corta mis labios. Cuántas veces he deseado arder en un estallido de luz, desintegrarme y ser respirado, consumido, quemado.

Cuántas veces he querido ser uno con el viento.