Teoría del Sugus

A veces no soporto la carrera que estudio.

Ojo, me gusta, es algo que percibo claramente: tocamos una serie de temas fundamentales e interesantísimos, donde la investigación hecha todavía es escasa, y las posibilidades para llevar a cabo algún importante descubrimiento son muchas y excelentes.

Sin embargo hay un problema que acosa la psicología, y probablemente las demás ciencias sociales: la proliferación y convivencia de muchas teorías. Esto no quiere decir que no existan teorias alternativas para un mismo fenómeno en las demás ciencias, o que el fenómeno en sí sea negativo…

Lo que quiero decir es que a la hora de estudiar, nos hallamos ante un inmenso coñazo. Para hacer un ejemplo de que acabo de decir, inventaré un fenómeno psicológico, y le daré un típico tratamiento universitario.

Tema 7 – Percepción de un Sugus

Desde la prehistoria, el ser humano se ha preocupado por dar una explicación al sabor y a la textura de un Sugus. La paleontología nos demuestra que ya el Homo Marranus disfrutaba como un enano chupando un sugus, como se desprende por los yacimientos de Atalapuerca…

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Los filósofos griegos fueron los primeros en tomar en consideración el Sugus como fenómeno psicológico, y no divino. Erastotenes de Pamira escribió en su Panfletus que el Sugus nace en el cerebro, y que machacar el cerebro con una gran piedra puntiaguda, hace desaparecer el Sugus. Más tarde, Platón diría que lo mejor no es el Sugus, sino el olor del Sugus…

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En el siglo XVIII, la escuela del empirismo escocés diría que no sólo el Sugus es un gozo aprendido; los médicos de Glasgow, encabezados por McBraid “El Sucio”, escribieron diversos tratados afirmando que el Sugus nace de una “irritación de los nervios”, provocada por algún tipo de fluido magnético que, por alguna razón, tiene que ver con las ovejas…

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A principios del siglo veinte, el psicoanálisis freudiano [y aquí la gente empieza a mirar hacia el techo] subraya con Freud algo que ya había indicado la Escuela de Wurzburgo: el Sugus es un epifenómeno. Mediante la técnica de introspección rascacojones, los estructuralistas de Titchener concibieron el Sugus como un proceso relacionado con la memoria. Pero sólo la Gestalt, en los años 30, consideró la forma del Sugus [luego se menciona que los psicólogos de la Gestalt murieron todos en la segunda G.M., o emigraron]…

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El conductismo [gran suspiro de la clase] nunca tomó en consideración el Sugus, que metió en su “caja negra”. El Sugus no era un proceso que se pudiera estudiar por la observación, y por lo tanto se desechó. Más tarde, sin embargo, los modelos E-O-R, como los de Hull o Tolman, toleraron la presencia de un Sugus, e incluso se lo comieron con cierta satisfacción. Ya a finales de los años sesenta, llegaría la revolución cognitiva…

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Actualmente, existen tres modelos para explicar el Sugus. El primero modelo, formulado por Johnson y Clarke [siempre hay un Clarke], se basa en los experimentos de Jobim sobre el modelado neural del caramelo. Las pruebas de neuroimagen son consistentes con un origen parieto-occipital del Sugus. Los autores defienden un origen innato del Sugus, y una serie de etapas en su desarrollo.

Sin embargo, Boiardo y McNamara se han opuesto a la teoría de Johnson y Clarke, diciendo que el Sugus, en realidad, se aprende, pues los niños que nunca han visto un Sugus, jamás piden uno. El conocido experimento que Boiardo y Shilla llevaron a cabo con quince estudiantes desnutridos es la baza más importante de esta teoría miserable. Tiene sin embargo, dos o tres fallos importantes.

El modelo mixto de Hollum y Tyre (llamado “Modelo Pacificador-Inútil”), intenta acercar ambas posturas, y es el más aceptado en la actualidad: el Sugus es en parte innato y en parte adquirido, con lo que la utilidad neta de la teoría es próxima a cero mientras no tengamos a disposición un sistema de ecuaciones caóticas soluble.

Pero todos se quedan contentos, y entra para examen.